En mis textos anteriores mencioné a Freud por haber tocado el tema de Cartago y Roma en su obra. Aunque sólo tiene un interés marginal para nuestro análisis de Dido y Eneas, puede estimular interpretaciones sobre uno de los conflictos posibles en la ópera. Freud se concebía a sí mismo como un líder en una guerra contra la cultura Gentil. Él sentía mucha hostilidad hacia la cultura occidental y la Iglesia Católica. En un notable pasaje de su libro La Interpretación de los Sueños, intentando comprender por qué ha sido incapaz de poner el pie en Roma, propone que él ha estado andando sobre las huellas de Aníbal, el líder semítico de Cartago contra Roma durante las guerras púnicas: "Se me revela ahora el suceso de juventud que manifiesta aún su poder en todos estos sentimientos y sueños. Tendría yo diez o doce años cuando mi padre comenzó a llevarme consigo en sus paseos y a comunicarme en la conversación sus opiniones sobre las cosas de este mundo. Una de estas veces, y para demostrarme que yo había venido al mundo en mucho mejor época que él, me relató lo siguiente: «Cuando yo era joven salí a pasear un domingo por las calles del lugar en que tú naciste bien vestido y con una gorra nueva en la cabeza. Un cristiano con el que me crucé me tiró de un golpe la gorra al arroyo, exclamando: '¡Bájate de la acera, judío!' 'Y tú, ¿qué hiciste?', pregunté entonces a mi padre. 'Dejar la acera y recoger la gorra', me respondió tranquilamente. No pareciéndome muy heroica esta conducta de aquel hombre alto y robusto que me llevaba de la mano, situé frente a la escena relatada otra que respondía mejor a mis sentimientos: aquella en la que Amílcar Barca , padre de Aníbal, hace jurar a su hijo que tomará venganza de los romanos. Desde entonces tuvo Aníbal un puesto en mis fantasías.» "Aníbal... había sido el héroe favorito de mis últimos días escolares... Y cuando en las clases superiores comencé a entender por primera vez lo que significaba pertenecer a una raza foránea... la figura del general semítico se elevó todavía más alto en mi estima. Para mi mente juvenil, Aníbal y Roma simbolizaban el conflicto entre la tenacidad de la judería y la organización de la Iglesia." L@s interesad@s en profundizar en este texto freudiano, encontrarán el desarrollo completo en las págs 117 a 122 del tomo V de la edición de Amorrortu. Y mejor aún la obra completa, tomos IV y V de la misma edición.
Marta Penhos: Qué interesante, Rodolfo... ciertamente podemos pensar que Aníbal es un boomerang, la venganza histórica a la decisión de Eneas. Así, la fundación de Roma cargaría con una suerte de pecado original, que siglos después se vuelve en contra de ella. También podemos pensar el tema en términos políticos: Roma representa el poder hegemónico que impone un sistema colonial-imperial al resto del mundo; Cartago, la resistencia de los márgenes. Claro que los elefantes de Aníbal son más heroicos y menos trágicos que las embarcaciones precarias cargadas de desarrapados africanos que pretenden que les toque algo de ese centro del mundo ya deslucido y cansado.
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