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"El ictus de Haendel, genio y figura" por Marta Papponetti

Actualizado: 10 ago 2022

El Dr. R. Yaya, exjefe clínico de neurología del hospital universitario La Fe, de Valencia, España e Historiador del Arte, en 2001 presentó una comunicación en la LXIX Reunión Anual de la SEN bajo el título “El ictus de G. F. Haendel. Un desafío en el diagnóstico clínico y topográfico. (1). Es un artículo basado en abundante bibliografía que apoya la creencia que Haendel sufrió, entre los 52 y los 74 años (1737-1759, año de su fallecimiento), diferentes tipos de enfermedades cerebrovasculares.

Según Yaya, basado en su investigación bibliográfica, se cree que el primer accidente cerebrovascular ocurrido en 1737 se debió a una hemorragia cerebral a diferencia del ocurrido 6 años después, en 1743, atribuido esta vez a una falta en la irrigación cerebral (isquemia). Este cuadro se repitió con similar fórmula clínica 8 y 14 años después (en 1745 y 1751). Más tarde, en forma paulatina, comenzó a sufrir trastornos psiquiátricos, en particular ciclotimia (algunos hablan de bipolaridad) que son atribuidos a una enfermedad vascular del cerebro pero difusa.


Los tres síndromes propuestos (hematoma por hemorragia cerebral, isquemia cerebral y enfermedad isquémica difusa), dice Yaya, comparten numerosos factores de riesgo vascular que Haendel presentaba. Fue un hombre de recia personalidad y una capacidad creativa arrolladora que alternaba con épocas de enorme tristeza; cambios de humor y de conducta.


Desde 1751 (68 años), comenzó a sufrir problemas visuales que lo llevaron a la ceguera. Se sabe que en 1751, 1752 y 1758 consultó a diferentes oftalmólogos. De hecho, falleció a los pocos meses, ya con 74 años), de una operación ocular con complicaciones graves, realizada por un oftalmólogo muy cuestionado. Hoy en día se debate entre el diagnóstico de una obstrucción vascular en el ojo o un aumento de la presión intraocular (glaucoma)


Por otra parte, en sus últimos años Haendel presentó una importante y progresiva alteración de la marcha con frecuentes caídas, labilidad emocional, déficit cognitivo progresivo y posterior demencia.


Además de lamentar la mala calidad de vida relacionada con su salud, me atrevo a destacar que desde 1739 hasta 1751, Haendel compuso, por nombrar algunas, 25 obras importantes, destacando El Mesías en 1742. Además de las composiciones y libros publicados, y su mecenazgo para obras de beneficencia, siguió dirigiendo hasta su muerte. A comienzos de abril de 1759, se sintió mareado mientras dirigía su oratorio El Mesías. Terminado el concierto, se desmayó. Falleció pocos días después, el 14 de abril de 1759, en su casa.


Esta nota solo intenta mostrar cómo, a pesar de su mal estado de salud, Haendel siguió creando y trabajando hasta convertirse en uno de los más grandes de la música universal. Genio y figura…


Marta Papponetti


Bibliografía principal

Neurosciences and History 2018; 6(2): 61-65

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