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LA ÓPERA EN SU ÉPOCA | DIDO & ENEAS por Rodolfo Santoro y comentario de Horacio Abeledo

Actualizado: 10 ago 2022

R. S.

Algunos datos sobre DIDO Y ENEAS.

La ópera de Purcell fue estrenada en 1688 en una escuela de señoritas. La siguiente interpretación fue en 1700, cuando el autor ya había fallecido. La historia está basada en La Eneida de Virgilio, con algunas diferencias. Dido era una princesa, hermana del rey de Tiro y esposa de Siqueo. Intrigas palaciegas terminaron con el asesinato de Siqueo y la huída de Dido con sus partidarios, que navegaron hasta el norte de África, actual Túnez, donde fundaron Cartago, con Dido como reina. Ella había jurado serle fiel a Siqueo aún después de muerto. Eneas era un héroe troyano, hijo de Anquises y la diosa Venus. Al ser destruída Troya, los dioses le encomiendan huir para fundar una nueva Troya en Italia. Vientos y tormentas desvían la flota hacia África, justo a Cartago. Dido le concede su hospitalidad al héroe y sus tropas. Aquí comienza la ópera. Dido se siente atraída por su huésped, pero sufre por su juramento de fidelidad.

Después de haber ubicado nuestra ópera en su época, de haber señalado su intencionalidad política (también lo tenía el texto virgiliano, tema que no traté aquí) y de intentar suplir el prólogo perdido con lo poco que conozco de La Eneida, podemos escrutar los aspectos psicológicos de la obra. Lo que sigue es pura opinión.

Primera cuestión. ¿Saben los protagonistas que su amor es imposible?... Creo que sí. Del texto se desprende que Eneas a contado su historia, cuyo destino final es la creación de un imperio. Dido se queja de su propio destino, que le hizo perder a su esposo, al que juró fidelidad eterna, exiliarse en África y crear un nuevo reino, para terminar enamorada de un héroe que tarde o temprano deberá seguir su rumbo. Y Eneas sabe muy bien que su misión está en Italia. Pero Cupido se impone. Ponen entre paréntesis el destino fijado y optan por vivir su amor.

Segunda cuestión. El conflicto entre el amor y el deber. Se da en ambos. Dido no puede simplemente seguirlo a Italia. Es responsable de un reino próspero. Su partida equivaldría a una traición. Eneas reprime la obligación de partir pero intuye que su voluntad no superará la de Júpiter.

Tercera cuestión. Frente a lo inevitable Eneas ensaya un retroceso en chancletas, que Dido rechaza furiosamente. En mi opinión percibe que el troyano no es muy firme en su decisión y, en el mejor de los casos, ¿cómo sería la convivencia con alguien que siempre podría reprocharle que por su amor renunció a crear un imperio?...

Cuarta. ¿Por qué el final catastrófico?... ¿No era posible "un adiós inteligente de los dos"?... Probablemente esa fuera la aspiración del héroe. Pero Dido no podía quedar deshonrada frente a su pueblo. En esta obra no muere entre furiosas invectivas contra Eneas y su estirpe como en La Eneida. Su breve lamento final, una de las cumbres de la ópera de todos los tiempos, no expresa odio. Sin embargo los oyentes del siglo XVII y nosotros sabemos la historia de guerras entre Cartago y Roma. Se puede leer este triste relato como la oposición entre la voluntad y el destino, como conflicto entre el amor femenino y el masculino y hasta como lucha de razas entre la fenicia semita y el troyano ario. El mismo Freud tocó este último tema (basado en la historia real de las guerras púnicas) en un episodio personal que narra en La interpretación de los sueños.


H. A.

Muy buen trabajo Rodolfo. A mi siempre me queda la duda de por qué Purcell /Tate introducen a las brujas. Sólo porque es el gusto inglés? Porque hace más vistoso el espectáculo?

Pero uno no sabe si Eneas obedece a los dioses o a un espíritu trucho...o a su propia ambición.


R. S.

Gracias Horacio.

El antecedente del poema panfletario de Tate abona la teoría de la causa política de las brujas. Las otras razones no son excluyentes. Incluso podría ser más realista que las chicas del colegio de Chelsea representaran brujas que dioses y héroes. El único varón es Eneas. Los tenores y bajos del coro cantarían una octava alta como los de Vivaldi en el Ospedale.

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